El mes pasado se realizó en La Boca un procedimiento en un búnker de drogas ubicado a 50 metros de una escuelaEl mes pasado se realizó en La Boca un procedimiento en un búnker de drogas ubicado a 50 metros de una escuela

Preocupante aumento del consumo de drogas entre estudiantes de nivel medio

2025/12/28 17:00

En el desarrollo de una unidad de negocios hay un dato que permite vislumbrar una proyección a largo plazo: la fidelización de jóvenes con el producto. Lograr ese objetivo profetiza el avance por un sendero sólido que permite el crecimiento con filas de nuevos usuarios que se suman cada año. Esa matriz comercial es usada por el narcotráfico y en ese sentido puede establecerse que en la Argentina el mercado de drogas ilegales parece no tener techo, ya que cada vez más chicos prueban marihuana. Así lo marca un estudio realizado por la Sedronar entre estudiantes de nivel secundario, que señala una década de incremento del volumen de consumidores de cannabis en la franja etaria de 14 a 17 años.

Desde 2014 no se presentaba un estudio de estas características, que incluye una muestra por demás representativa de los alumnos de nivel medio. Es que el informe estadístico elaborado por el Observatorio Argentino de Drogas se nutrió de las encuestas realizadas a 117.833 jóvenes en 1085 establecimientos educativos públicos y privados de casi todo el país. Solo Formosa se negó a participar de este sondeo, vital para conocer la fotografía actual de consumo de drogas y contar con herramientas para llevar adelante políticas públicas.

La información oficial entonces determina que 17 por ciento de los estudiantes de nivel medio consumieron marihuana al menos una vez en su vida. Esa prevalencia implica un aumento de diez por ciento con relación a los datos obtenidos once años atrás, en la última encuesta nacional focalizada en jóvenes escolarizados.

“Tras once años desde la última edición, la concreción de este estudio representa un hito institucional que permite retomar la continuidad de una serie histórica de información sanitaria de gran valor para el país”, se indicó en el informe de la Sedronar.

17 por ciento de los estudiantes secundarios consume marihuana

La progresión de resultados obtenidos desde 2009 permite visualizar el constante incremento del consumo de marihuana entre los estudiantes. Ese año la prevalencia en vida había registrado 12 por ciento de menores que fumaron marihuana, mientras que dos años después la marca se elevó a 14 y pasó a 15,5 en 2014 hasta alcanzar ahora 17.

El mercado estudiantil de drogas ilegales queda consolidado como una puerta de entrada al negocio que alimenta la violencia de bandas como las de Guille Cantero o Pequeño J. A más cantidad de consumidores, mayor la ganancia para los narcos. Al igual que en el crecimiento sostenido del consumo de marihuana entre mayores, en el caso de los chicos escolarizados de entre 13 y 17 años también parece sostenerse ese mercado ilegal en los efectos del llamado fallo Arriola, sentencia de la Corte Suprema que despenalizó la tenencia de drogas para consumo personal, en un caso que alcanzó a la portación en un bolsillo de dos cigarrillos de marihuana, con apenas 2,3 gramos en total de esa droga. Una mala lectura de esa sentencia y una agresiva campaña comercial llevaron a la expansión del comercio de cannabis. Incluso entre estudiantes menores.

Especialistas en adicciones habían alertado que la decisión tomada por la Corte Suprema en 2009 no sería bien decodificado y que esa despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal sería considerada una legalización encubierta que estimularía el consumo. Los datos se esta encuesta entre estudiantes de nivel medio dan respuesta al interrogante que se habían planteado al conocerse el fallo Arriola.

Los saltos en el nivel de consumo entre ese 2009 y esta última encuesta nacional quedan fuertemente expuestos los dos extremos de las franjas etarias en las que se dividen los estudiantes secundarios. Hace 16 años solo el 4,5 por ciento de los alumnos menores de 14 reconocieron fumar marihuana, cifra que pasó a 8,7 por ciento de los alumnos sondeados este año en 1085 escuelas. Los consumidores de cannabis mayores de 17 años, en tanto, pasado de 20,3 en 2009 a 27,5 en la nueva encuesta.

Todo lo contrario aparece al tomarse en cuenta otra sustancia psicoactiva, de uso permitido, pero fuerte rechazo social: el consumo de tabaco baja entre los estudiantes al mismo tiempo en que crece la presencia de cigarrillos de marihuana en las aulas. En 2009, el año del mencionado fallo Arriola, el consumo de tabaco entre alumnos de nivel medio alcanzaba al 43,9 por ciento. El volumen de potenciales compradores de productos vinculados con el tabaco se precipitó en estos 16 años hasta llegar al actual 28,7. Marihuana frente a tabaco, de un lado permisividad y accesibilidad de la droga, del otro, restricciones y condena social. Los resultados marcan la eficacia o fracaso de una política pública.

El alcohol, en cambio, mantiene un movimiento oscilante entre las encuentas, pero sostiene la tendencia de que siete de cada diez estudiantes tomaron bebidas alcohólicas alguna vez en su vida. Con datos que se mantienen con pocas variantes incluso desde el sondeo inicial entre estudiantes realizado en 2001, parece que a nadie llama la atención que el 70 por ciento de los chicos eluda la prohibición de consumo de alcohol. La información estadística no aporta una referencia al posible vínculo entre consumo de sustancias psicoactivas y la violencia que crece en las aulas. Esas cifras son datos a tomar en cuenta.

Zona liberada

En el citado fallo Arriola, el voto de Carmen Argibay al apoyar la despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal tiene claves que, al no ser resaltadas, no fueron tomadas como el punto de partida para evitar que 16 años después los datos estadísticos apunten al aumento del consumo entre estudiantes. En sus argumentos, la entonces jueza de la Corte consignó una exhortación a “todos los poderes públicos a asegurar una política de Estado contra el tráfico ilícito de estupefacientes y a adoptar medidas de salud preventivas, con información y educación disuasiva del consumo, enfocada sobre todo en los grupos más vulnerables, especialmente los menores”.

Resulta interesante, por otra parte, analizar los resultados provinciales. El impacto del consumo de drogas ilegales en el sur del país en mucho más profundo que en la región metropolitana. En la ciudad de Buenos Aires la prevalencia en vida del consumo de marihuana entre estudiantes secundarios alcanza a 19,2 por ciento, un poco superior al 18,1 detectado en las escuelas situadas en el territorio bonaerense. Y en un raro efecto de mercado, a mayor distancia del productor de marihuana (las cosechas en Paraguay abastecen todo el mercado ilegal argentino) mayor es el consumo entre los jóvenes: Río Negro marca una prevalencia en vida de 22,5 por ciento; Santa Cruz, 23,8; Chubut, 25,6, y Tierra del Fuego, 27.

Los datos que surgen de Chubut deberían, tal vez, analizarse con más detalle, ya que no solo muestran una de la prevalencias más altas de consumo de marihuana, sino que prácticamente duplica ese distrito a todas las provincias en consumo de cocaína, ya que afecta al 7,3 por ciento de los estudiantes en comparación con el 4,4 que figura como promedio nacional. Desde 2009 se mantienen en Chubut porcentajes similares sin que nada baje ese consumo estudiantil de sustancias psicoactivas ilegales.

Si bien proporcionalmente llaman la atención los datos de consumo de marihuana en el sur del país, en todos los distritos se visualizó ese crecimiento sostenido de la participación de estudiantes en el mercado ilegal de drogas.

En los sondeos también aparece la facilidad de acceso a las sustancias como uno de los elementos claves para consolidar esa tendencia. La ley 23.737, que define delitos vinculados con drogas y regula las penas, cuenta con sanciones más fuertes “cuando el delito se cometiere en las inmediaciones o en el interior de un establecimiento de enseñanza, centro asistencial, lugar de detención, institución deportiva, cultural o social o en sitios donde se realicen espectáculos o diversiones públicos o en otros lugares a los que escolares y estudiantes acudan para realizar actividades educativas, deportivas o sociales”. Esa referencia en uno de los artículos de esa ley no puso freno al aumento del consumo de drogas entre adolescentes.

Es más, muchas veces los vendedores de drogas tienen la oferta disponible no muy lejos de las aulas. El mes pasado, la Policía de la Ciudad realizó allanamientos en La Boca y desarticuló a una banda que tenía uno de sus puntos de venta en Necochea al 1200, a menos de cincuenta metros de la escuela primaria N° 14. Esa amenazadora presencia alrededor de establecimientos educativos iniciales lleva a una pregunta que por ahora no tiene respuesta: ¿Qué parte de ese 8,7 por ciento de los estudiantes de primer año que reconocieron fumar marihuana arrastran su consumo desde la primaria?

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