Comprender por qué algunos de los peores asesinos seriales del mundo cometen crímenes atroces mientras mantienen una apariencia de normalidad ante la sociedad continúa siendo un enigma para la psicología forense.
Este misterio ha generado interés tanto entre especialistas como en el público general, y ha impulsado el análisis de factores comunes detrás de estos casos. De acuerdo con un informe reciente publicado en GQ, aunque la psicología forense ha identificado ciertos elementos recurrentes, no es posible reducir este fenómeno a un único rasgo.
Uno de los factores más frecuentes detectados en los asesinos seriales es la presencia de trastornos de personalidad, en particular aquellos con rasgos psicopáticos y antisociales, según detalla GQ.
Figuras como Jeffrey Dahmer y Ed Gein representan este perfil, caracterizado por manipulación, falta de empatía, incapacidad para sentir culpa y una visión instrumental del otro, percibido como un simple objeto. Es relevante precisar, como advierte el mismo medio, que la psicopatía no implica necesariamente violencia, aunque puede combinarse con impulsividad, sadismo o una intensa necesidad de control, lo que incrementa el riesgo de conductas homicidas.
Otro patrón habitual es la experiencia de traumas tempranos durante la infancia o adolescencia. Los expertos de GQ destacan que, si bien no es una constante, la mayoría de estos casos presenta antecedentes de abuso físico, sexual o emocional, abandono, padres ausentes o haber crecido en ambientes violentos.
Estas experiencias distorsionan el desarrollo emocional, generan ira profunda y facilitan la aparición de fantasías de poder y venganza, elementos que pueden evolucionar hacia comportamientos peligrosos a lo largo del tiempo.
El informe también subraya que la conducta de estos individuos suele estar precedida por otras manifestaciones violentas antes del homicidio. En el caso de O.J. Simpson, citado por GQ, las denuncias previas por ataques de ira fueron señales tempranas. Conductas como la crueldad hacia animales, incendios provocados, voyeurismo, acoso o agresiones sexuales figuran en los historiales de muchos de estos criminales.
Según la psicología forense, tales acciones actúan como una especie de ensayo, permitiendo que el individuo normalice la transgresión de límites y rebaje su umbral moral, hasta considerar el asesinato un método para satisfacer deseos de dominio, humillación o gratificación emocional.
Un elemento adicional es la intensa vida interior de fantasía y ritualización. Los crímenes de los asesinos seriales raramente resultan impulsivos; suelen planificarse meticulosamente, con patrones repetitivos en la elección de víctimas y en la metodología.
Según el análisis recogido por GQ, para muchos de estos sujetos, el asesinato representa una vía para reafirmar su identidad y experimentar sensación de control absoluto, lo que conduce a la ejecución de acciones de manera sistemática y metódica.
Los expertos citados por GQ insisten en que la violencia extrema de los asesinos seriales surge de la interacción compleja entre predisposiciones individuales, influencias ambientales y procesos de aprendizaje distorsionado. Solo el estudio integral de estos factores permite aproximarse a una comprensión más profunda de este fenómeno, marcado por la normalidad aparente, la planificación sistemática y una visión deshumanizada del otro.
Comprender por qué algunos de los peores asesinos seriales del mundo cometen crímenes atroces mientras mantienen una apariencia de normalidad ante la sociedad continúa siendo un enigma para la psicología forense.
El análisis de GQ sostiene que disciplinas como la psicología forense, la psicología criminal y la criminología trabajan de forma integrada para trazar perfiles de criminales e investigar factores legales, psicológicos y sociales.
La psicología forense se dedica a estudiar la conducta de los delincuentes y sus motivaciones; la psicología criminal explora los orígenes y la formación de patrones delictivos, considerando variables sociales, biológicas y psicológicas; la criminología incorpora herramientas de la sociología, el derecho y la psiquiatría para aportar una perspectiva multidisciplinar.

